El caballero debe ser valiente, alegre, cortés, e instruido, liberal y
leal, sin necedad y bienhablado sin villanía. Todo esto debe ser el caballero,
y que sea también orgulloso y altivo contra los enemigos y bondadoso con sus
amigos. Y os digo, pese a quien pese, que en realidad no hay caballero sino
aquel que ha atacado a otro caballero y se ha llevado su escudo en torneo o
batallas. Por esto os digo decididamente que os conviene obrar de modo que con
justicia recibáis el nombre de caballero. Porque con derecho es llamado
caballero el que se ha experimentado en las armas hasta tal punto que él es alabado
por ello. Quiero que sepáis que el día de hoy os conviene hacer cosa que se
deba recordar bien, pues todos los caballeros noveles deben iniciarse
altamente, y el que no tiene un buen principio su mérito le llega tardíamente.[1] No se puede dudar que el caballero, así
definido, es un ser imponente y pertenecer a la orden de caballería es una
dignidad muy grande
... esta orden
de caballería es tan grande y tan noble que el que es caballero no debería
ocuparse de cosa alguna que sea baja ni de cosas viles y cobardes, sino que
debería ser tan fuerte y orgulloso como el león cuando persigue a su presa y,
por lo tanto es mi deseo que este día demostréis tanto valor como siempre
acostumbráis. Esta es la razón de que os haya puesto a la vanguardia de la
batalla, para que podáis ganar honor, de otro modo vuestras espuelas no estarán
bien puestas en vuestros talones.[2]
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