Guillermo IX, conde de Poitiers y duque de Aquitania. señor feudal tan terrible como
simpático lo era con sus compañeros. Casado con la viuda del rey Sancho Ramiro
de Aragón, es el hombre provocativo, inmoral,
¿carente de sentimientos?
Excomulgado
por su conducta y comportamiento con la iglesia, desterrado, el hombre que
parece estar lejos del sentimiento y del dolor
abre su alma en un poema donde se
escapa a borbotones su pensamiento sufriente. Nos explica lo que supone ser
desterrado, no prestar servicios en Poitou ni en Lemosin, enfrenta el destierro
con gran dolor y miedo ¿miedo Guillermo?, sí tiene miedo no por él sino por su
el hijo que deja a merced de sus enemigos. Sus sentimientos, su vida pasa por
un poema porque él como todos las personas necesita expresarse.
Pues de cantar me ha entrado deseo,
Haré un poema con lo que me duele;
Nunca más prestaré servicios
Ni en Poitou ni en
Lemosín
Partiré ahorahacia el destierro ;
En gran pavor, en gran peligro
Y en guerra a mi hijo abandono;
Mal lo tratarán sus vecinos
¡Qué cruel se me hace partir
del señorío de Poitou!
Dejo el cuidado de Falcón de Angers
Toda la tierra de su primo
Si no se muestra esforzado y sabio,
Cuando me haya partido de vosotros,
Pronto lo harán caer a tierra,
Al verle joven y desvalido
Por piedad ruego a mi compañero;
So le hice sinrazón, que me perdone,
Y que a Jesús del cielo rece
En romance y en su latín
Fui amigo de bravura y alegría,
Más ahora de ambas me saparo,
Y me dirigiré hacia Aquél
En quien todo pecador halla reposo.
Muy jovial y alegre he sido,
Más Nuestro Señor ya no lo consiente:
No puedo ahora sufrir más el peso,
Tan cercano estoy del final.
He abandonado cuanto amar solía; caballerías y vanidades;
Y, pues a Dios le place, todo lo acepto
Y le ruego que me tenga con Él
Ruego a mis amigos que, a mi muerte,
Vengan todos y mucho me honren;
Pues he mantenido, solaz y alegría
Lejos y cerca en mi casa[1]
En
este poema está contenido la verdad de Guillermo, su miedo por lo que ocurra
con su hijo, el abandono no sólo de sus actividades en su tierra conocida, sino de
su ambiente, de su vida, de sus amigos.
En esta triste situación reconoce que su alegría, su excesiva libertad e impiedad deben
quedar atrás y que ha llegado el momento
de reflexionar sobre lo que hizo y sobre lo que debe pedir disculpas, y este
personaje extraordinario, conocedor de instrumentos musicales y hombre de gran sensibilidad, deja
de ser el libertino para expresar sus sentimientos. La muerte le puede estar
rondando, no hay nada más triste que morir en tierras desconocidas por eso
ruega, solicita y desea que todos aquellos que se divirtieron con él, sus
amigos, cuando él muera estén junto a él. La Muerte no debe ser vivida en el
destierro, ni en la soledad.
BELLEZA Y CRUELDAD EN LA EDAD MEDIA
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