Pero el caballero es el hombre que siente
miedo, que sufre, que vive de una forma cruel y dura en el combate, Actividades que les son propias:la guerra
y los torneos, que estarán en mi narración muy distantes de la idealización
transmitida, y mucho más cerca de la dureza de esa forma de vida.
Cuando estamos en las tabernas, bebiendo
aquellos vinos tan fuertes, y junto a las damas que nos contemplan, con sus
tersas gargantas, con sus seductores cuerpos, con sus ojos resplandecientes con
una bella sonrisa, entonces la naturaleza nos impulsa a tener un corazón
animoso. Y unos podríamos vencer a Jaumón y Agolant, y otros a Oliveros y
Roldán. Pero cuando estamos en campaña sobre nuestros veloces corceles, con los
escudos al cuello, las lanzas en ristre o bajas, y el intenso frío nos va
helando totalmente, y los miembros se nos quebrantan mientras los enemigos se
acercan, entonces quisiéramos estar en una cueva tan profunda que nunca nadie
pudiera vernos.[1]
[1] J. de Baumont pone de
manifiesto este pensamiento en Los Votos
de la Garza Real, y a su vez el dato lo transmite M. Keen en, La caballería...,ob.cit., pág. 294.
No puedo estar más que por un desarme total. Las armas son el brazo fuerte con los que satisfacer la ambición insaciable.
ResponderEliminarUn abrazo.
De acuerdo, pero a veces poblaciones enteras necesitan ser defendidas de los abusos, lo que es este caso. Pero cuando la iglesia instituyó la paz de Dios pretendía que esos caballeros sólo prestaran servicio a los desheredados , a las mujeres, a los peregrinos a los comerciantes que sufrían asaltos y no sólo eso se fijaron días en los que no se podía ir aramados
ResponderEliminarCon la excusa de la defensa, se arman los pueblos y luego pasa lo que pasa.
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