miércoles, 29 de mayo de 2013

El miedo

Pero el caballero es el hombre que siente miedo, que sufre, que vive de una forma cruel y dura en el combate, Actividades que les son propias:la guerra y los torneos, que estarán en mi narración muy distantes de la idealización transmitida, y mucho más cerca de la dureza de esa forma de vida. 
         Cuando estamos en las tabernas, bebiendo aquellos vinos tan fuertes, y junto a las damas que nos contemplan, con sus tersas gargantas, con sus seductores cuerpos, con sus ojos resplandecientes con una bella sonrisa, entonces la naturaleza nos impulsa a tener un corazón animoso. Y unos podríamos vencer a Jaumón y Agolant, y otros a Oliveros y Roldán. Pero cuando estamos en campaña sobre nuestros veloces corceles, con los escudos al cuello, las lanzas en ristre o bajas, y el intenso frío nos va helando totalmente, y los miembros se nos quebrantan mientras los enemigos se acercan, entonces quisiéramos estar en una cueva tan profunda que nunca nadie pudiera vernos.[1]





[1] J. de Baumont pone de manifiesto este pensamiento en Los Votos de la Garza Real, y a su vez el dato lo transmite M. Keen en, La caballería...,ob.cit., pág. 294.

3 comentarios:

  1. No puedo estar más que por un desarme total. Las armas son el brazo fuerte con los que satisfacer la ambición insaciable.

    Un abrazo.

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  2. De acuerdo, pero a veces poblaciones enteras necesitan ser defendidas de los abusos, lo que es este caso. Pero cuando la iglesia instituyó la paz de Dios pretendía que esos caballeros sólo prestaran servicio a los desheredados , a las mujeres, a los peregrinos a los comerciantes que sufrían asaltos y no sólo eso se fijaron días en los que no se podía ir aramados

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    1. Con la excusa de la defensa, se arman los pueblos y luego pasa lo que pasa.

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