Melusina. Melusina es un hada
que adquiere las condiciones de mujer por amor hacia Remondín. Sin embargo, no
puede dejar de ser hada. La seducción y el contacto con él se producen en una
fuente, La Fuente de la Sed, que algunos conocían por la fuente hechizada. El ámbito resulta el adecuado. El lugar es de difícil llegada terreno escarpado con grandes rocas por encima. Es un paraje
distante al hombre que no fuera el elegido, más allá del bosque, dominio
también de las hadas. ¿Es de día o de noche? Es de noche, pero la luna brilla
con mucha claridad. Nuestro Remondín no se encuentra en su estado normal: acaba
de pasar por una dura experiencia y se halla en un estado que lo sitúa, por un
lado, en la tierra y, por otro, en una
dimensión diferente. Ese estado no le permite ni ver ni oír, pero pronto,
gracias al influjo de Melusina, logra percibirla. Se produce el cambio de su
vida ante un ser que conoce todo lo que le ocurre, que va a seducirle y, por lo
tanto, a amarle. Sin embargo, como no hay que olvidar que estamos hablando de
relaciones desiguales hada y ser humano, la relación exige unas condiciones concretas.
Al
hombre le impone una condición: que no intente verla en sábado. Es advertido que en ese día ella, su hada
protectora, no va a hacer nada que no sea luchar por acrecentar la riqueza de
su marido. Por tanto, la plenitud de la promesa debe pasar por la total
confianza y por considerar verdad lo revelado. Todo se va produciendo de la
forma que Melusina ha trazado y así, durante años, va concibiendo sus hijos
hasta que un día el marido, incitado por una malévola sospecha, decide saber
qué hace Melusina los sábados: “Raymond vio que su mujer estaba sentada
desnuda en un baño y del ombligo hacia arriba era una figura femenina de
extraordinaria belleza pero del ombligo para abajo era la cola enorme, horrenda
y monstruosa de un dragón”.
Remondín ha roto un juramento, la mayor falta que puede cometer. Además de
incumplir lo prometido, ha cometido perjurio, lo que deja al hombre a merced de
su humanidad, es decir, de su ser de hombre, sin la protección sin Melusina. Se
lamenta de todo lo que pierde: “¡Ay
Melusina, dama de la que todo el mundo habla bien, ahora que yo os he perdido
para siempre; me he quedado sin alegría, he perdido vuestra belleza, vuestra
bondad, vuestra dulzura, vuestra amistad, todo mi gran gozo, todo mi consuelo,
toda mi esperanza, toda mi suerte, mi bien, mi mérito, mi valentía, pues el
poco honor que Dios me había dado lo recibía a través de vos, dulce amor. He
obrado como un miserable. Deslumbrante Fortuna, dura, agria y amarga, me has
precipitado de lo alto de tu rueda a lo más bajo, el más cenagoso lugar, fuera
de tu casa, donde Júpiter abreva a los míseros, a los cautivos, a los apenados
y desgraciados; sed maldita de Dios; por tu culpa falté gravemente”
Las
hadas lo pueden todo y cambian el amor por el odio o la desesperación: “¡Pobre de mí! Amigo mío, todo nuestro amor
se ha vuelto odio; nuestra dulzura, crueldad; nuestro solaz y alegría, lágrimas
y llantos; nuestra buena suerte es una dura e infortunada calamidad”
Ambos
pasarán las penas. Él, despojado de la fortuna por la marcha de Melusina: jamás
sus herederos podrán aspirar a tener un país unido. La falta de protección será
visible, por tanto, en sus sucesores. Ella, que por su amor había adquirido la
posibilidad de convertirse en mujer y gozar de los privilegios de un ser no
sobrenatural sino humano, está destinada a ser hada, un ser fantástico sin amor.Melusina deja de ser mujer para volar con el aspecto
de una serpiente. Melusina, ser sobrenatural y poderoso, encarna en su persona
los aspectos más negativos atribuidos a la mujer. Era la fusión de tres seres
malditos por la Iglesia en la Edad Media: la mujer, la serpiente y el hada (Jean d`Arras, “Melusina)
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