Lectio divina
Lectio divina realizada en el más profundo de los silencios y en un espacio el Claustro porque es en este silencio donde se rumia la propia identidad de cada uno de
los hombres – monjes. Puesto que esto era lo esencial de la vida monástica,
cuando se visita un monasterio, aunque sean sus ruinas, nunca debe olvidarse la
vida que se hacía entorno a ese claustro, parte esencial del monasterio. Porque
en él es quizá donde el monje vive su momento más íntimo y profundo, no sólo con
él mismo sino con Dios. Su lectura realizada a media voz debe ser entendida, debe hacerse preguntas y responderse. Es el espacio único donde el monje se pone íntimamente en unión con Dios. Se consideraba uno de los momentos más duros de la vida del monje.
Para desbrozar este campo y no sembrar entre los espinos chorreamos de sudor, con este sol de mediodía que además, nos quema. Así pues, después de estar tan fatigados por la semilla terrestre, reposamos a cubierto de la encina acogedora que veía cerca de aquí. Allí cribaremos, moleremos, amasaremos, coceremos y comeremos no sin sudor interior a la semilla de la palabra divina. [1]
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