lunes, 28 de octubre de 2013

Abelardo 2

Fiebre del dolor, confusión de la vergüenza, turbación de la deseperación, todo lo que sentía entonces no sabría expresarlo hoy. Al suplicio infrigido a mi cuerpo unía las torturas de mi alma, y me consideraba el más despreciado de los hombres.La traición de otros tiempos me parecía insignificante comparada con el presente ultraje, y deploraba menos la mutilación de mi cuerpo que el que se hubiera mancillado  mi nombre

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