Abelardo 2
Fiebre del dolor, confusión de la vergüenza,
turbación de la deseperación, todo lo que sentía entonces no sabría expresarlo
hoy. Al suplicio infrigido a mi cuerpo unía las torturas de mi alma, y me
consideraba el más despreciado de los hombres.La traición de otros tiempos me
parecía insignificante comparada con el presente ultraje, y deploraba menos la
mutilación de mi cuerpo que el que se hubiera mancillado mi nombre
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