He señalado que la Lectio Divina era un momento duro. Isaac de la Stella nos aporta detalles sobre esta actividad por la que el monje entra en contacto con Dios se hace preguntas y
En
el monasterio el hombre se inicia, renace para trabajar y trasciende hacia
Dios. Él sabe muy bien que el renacimiento es duro y quizá sentado en el
claustro, en su momento dedicado a la lectio divina deja escapar un pensamiento
en el que sin poder evitarlo equipara el duro trabajo del campo con el trabajo
espiritual. Vuelven fatigados, sudorosos de trabajar las tierras y cuando
parece que lo que queda por hacer es menos arduo ocurre todo lo contrario. Ha llegado
el momento de la lectio divina y en el claustro señala que los monjes: Para desbrozar este campo y no sembrar entre
los espinos chorreamos de sudor, con este sol de mediodía que además, nos
quema. Así pues, después de estar tan fatigados por la semilla terrestre,
reposamos a cubierto de la encina acogedora que veía cerca de aquí. Allí
cribaremos, moleremos, amasaremos, coceremos y comeremos no sin sudor interior
a la semilla de la palabra divina. [1]
[1] G.
Duby, San Bernardo y..., ob.cit.,
pág.105, 106. Un aspecto importante es que en el Cister se compaginan dos
realidades, la individual, personal y única; con la colectiva, que es la que
separa al hombre de oración del hombre del trabajo. Un lugar saneado desde el
punto de vista material y una comunidad que trata de limpiar su vida para que
pueda fructificar la semilla del evangelio: “ Unos abaten árboles, otros tallan
piedras, otros construyen muros y otros desvían un brazo del río para instalar
caídas de agua; éstas hacían girar las máquinas para los bataneros, los
curtidores, los herreros y los demás obreros; después, habiendo limpiado la
casa, volverán al río de donde procede y devolverán lo que había tomado.
un dios exigente, el de los monjes
ResponderEliminarbesos,
No , amiga, los que se imponen esas exigencias son los monjes. En algunos monasterios son mucho más excesivos que otros en las formas de vida y el camino de perfección se hace muy duro y a veces muchos no lo pueden seguir. Pero en la regla de San Benito se deja muy claro que al monje no se le puede exigir más de lo que se le puede exigir al hombre. Un beso fuerte.
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