viernes, 31 de mayo de 2013

El desatre

¿Qué queda después de tan espantoso combate? Caballeros pisoteados por los caballos dejaron su vida en estos enfrentamientos  ¿Qué pasó con Roberto de Clermont, conde de Essex Roberto de Clermont, hermano de Felipe III de Francia? Se dice que recibió unas heridas tan graves en la cabeza que quedó incapacitado para el resto de sus días aquejado de una especie de locura que constantemente le incitaba a organizar y participar en torneos. Eso sin contar los que morían asfixiados por el calor y el polvo dentro de las armaduras, como en el torneo de Neuss del año 1241.[1] 
Todavía en el año 1556, la brutalidad en los torneos tiene un ejemplo. Enrique II acaba de firmar el Tratado de Chateau- Cambresís, un tratado que ponía fin a las discordias entre España y Francia. En estos momentos dos acontecimiento nupciales se gestionaban:el matrimonio de su hermana Margarita con el duque de Saboya, y el Rey  Felipe II, viudo de Isabel de Tudor, casaría con la joven hija del monarca francés, Isabel. Días de júbilo que la corte francesa quería celebrar suntuosamente, para lo que se organizó un torneo ante el palacio real. El Rey queriendo participar directamente en estos acontecimientos se comprometió a luchar con tres caballeros: Manuel Filiberto de Saboya, el duque de Guisa y Gabriel Montgomery, comandante de la guardia del Rey. En este torneo de gran emoción y violencia todo discurría bien hasta que se llevó a cabo el cumplimiento de la regla final, que ordenaba que los dos caballeros, en este caso el Rey y Gabriel de Montgomery, volvieran, echadas las armas, al punto de partida. Los dos estaban desarmados, pero el caballero llevaba en su mano un pedazo del arma que chocó con gran violencia contra la visera del Rey, levantándola lo preciso para que se le clavara en el ojo al rey  y le saliera por el oído. El monarca estuvo cuatro días sin recobrar el conocimiento y a los once moriría presa de tremendos sufrimientos.[2]




[1] Ibídem, pág.120-121.
[2] Esta muerte, al parecer, fue profetizada por Nostradamus, y una de las que le valió una gran fama. La profecía decía así. “El joven león dominará al viejo/ El campo bélico, por duelo singular,/ En jaula de oro le saltará los ojos,/ Dos clases una, luego morir con muerte cruel.”

2 comentarios:

  1. Me mantengo en mis pensamientos. ¿Qué sacaban los soldados de este estado de cosas? Todos podían morir en el frente, pero sólo la clase de tropa era propicia a ser víctima sí o sí; los generales podían ganar privilegios, pero los soldados...
    ¡No a las guerras!

    ResponderEliminar
  2. Es un poco complicado entender esto porque nos tenemos que meter no sólo en el pensamiento de la Edad Media sino en la organización estamental de la sociedad que se dividia en tres. Los que combaten, los que rezan y los que trabajan y todos están dentro de sus funciones. Por supuesto que esto no quita la violencia, pero en las batallas combatían los reyes, los caballeros era otra realidad, que no se puede comparar con la de ahora. ¿Quien va a decir si a la guerra?me limito a dar a conocer aspectos medievales. Muchas gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar

Los comentarios siempre amplían conocimientos. Muchas gracias.