viernes, 21 de junio de 2013

Los moradores

Las descripciones de los moradores del cielo son puramente materiales: tienen cuerpo y huesos, y son visibles. A través de las visiones que se nos transmiten, todos los que llegan saben que han entrado en la ciudad de la vida eterna, donde la alegría predominará entre todos los privilegiados que acceden a él. Allí se inicia la etapa definitiva y eterna que presenta unas características. Los moradores viven una vida que no tiene fin,  conocen los misterios de Dios, alaban lo que el ojo no vio y lo que el oído no oyó. ¿Cómo es posible esto? Resulta posible porque viven una imperturbable paz (ya he señalado la carencia de ruido), porque la perfección y armonía del lugar hacen posible que se llegue donde el corazón del hombre no puede acceder, fuera de este ámbito, donde lo incomprensible permanece oculto en la vida terrenal. Lo más significativo es el gozo inefable[1].




[1]Ibídem. Duodécima Distinción, LIX

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