viernes, 5 de julio de 2013

Pensar en la muerte

 La palabra vendría de “morsi”, mordedura. Esta referencia a mordedura une a Adán el concepto de la muerte, ya que al morder el fruto prohibido que Eva le ofreció desencadenó una serie de males para la humanidad. Pero, además, se la denomina muerte a causa de la amargura, pues “según se dice no hay sufrimiento alguno tan amargo en esta vida como la separación del alma del cuerpo”[1].  Después de haber definido lo traumático de la muerte hace referencia a las tres clases de muerte basándose en San Isidoro, que citaba la muerte prematura, la inmadura y la natural. Como se puede apreciar, en estos tres tipos de muerte señalados se hace referencia a las tres etapas de la vida: niñez, juventud y madurez. Ahondando más en estos aspectos se referirá a los protagonistas de la muerte, esto es a los moribundos, y señala que hay cuatro clases que pasa a definir. Los que viven bien y por lo tanto mueren bien; otros que viven mal con igual resultado frente a la muerte. Sin embargo, los hay que vivieron muy mal pero por la Gracia de Dios se arrepintieron y su muerte fue buena. Por lo mismo que se produce esta situación se da la inversa: los que vivieron muy bien y por designios de Dios mueren mal[2].




[1] Cesáreo de Heisterbach, “Diálogos de...”. Ob. Cit. Undécima Distinción, I.
[2]  Ibídem.

1 comentario:

  1. En mi opinión, el tipo de muerte que tiene cada persona no tiene nada que ver con los merecimientos de cada uno con lo hecho en vida.
    Abrazos.

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