. Cuando el rey Fernando I, murió, se produjo
una crisis, en la que la ciudad Zamora no iba a ser ajena, ni tampoco doña Urraca.
El
testamento era claro. Según las noticias aportadas por las crónica y aceptadas
por los historiadores en su mayoría, a Sancho el hijo mayor le concedería
Castilla con el vasallaje de Navarra y Zaragoza, a su segundo hijo, Alfonso,
quizá el predilecto, León, Campos góticos y las parias de la ciudad de Toledo,
segregó un reino para su hijo García. Es aquí donde los textos literarios han dejado
amplio testimonio sobre el gran descontento de Urraca por no haber recibido
nada.
Morir vos queredes, padre,
Sant Miguel vos haya el alma;
Mandástedes vuestras tierras
A quien se vos antojara
Diste a Dons Sancho Castilla,
Castilla la
bien nombrada;
A don Alfonso León,
Con Asturias y Sanabria,
Y a don García a Galicia,
Con Portugal la preciada
A mi, porque soy mujer,
Dejaísme desheredada;
Irme he yo por estas tierra
Como una mujer errada,
Y este mi cuerpo daría
A quien bien se me antojara,
A los moros por dinero
Y a los cristianos por gracia:
De lo que ganar pudiere
Haré bien por vuestra alma[1]
Como se puede observar de estos fragmentos
transcritos se nos muestra una mujer de
fuerte carácter dispuesta a todo salvo a ser desheredada. El texto no indica
como Fernando en su lecho de muerte no quiere oír hablar así a su hija y
entonces, siempre según la fuente literaria, le habría concedido Zamora
Allá en Castilla la Vieja
Un rincón se me olvidaba.
Zamora había por nombre,
Zamora la bien cercada;
De parte la cerca Duero, del otra peña tejada,
Del otra la Morería; una cosa es muy preciada.
Quien os la tomare, hija
La mi maldición le caiga
Todos dijeron amen,
Sino Don Sancho que calla[2]
[1] Enrique Fernández Prieto Domínguez Romancero de Zamora, recopilación ordenada de
los romances épicos relativos a Zamora Pág 41. Zamora 1978.
[2]
Ibídem.
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