viernes, 9 de agosto de 2013

Leonor de Guzman

 Leonor amante de Alfonso XI, su verdadero amor. El rey estaba casado con María de Portugal, con la que cumplió su deber de estado: tener un hijo Pedro I el cruel. El monarca conoció a Leonor Era viuda, a pesar de su espléndida juventud, dueña muy rica et muy fijadaqlgo, e era, en hermosura ,la más apuesta mujer que había en el reino”  Además de su belleza  reunía un elemento más, ella era elegida por el rey para compartir su vida, su amor y su pasión. Leonor jamás fue un pasatiempo del rey. Ella como mujer de una fuerte personalidad no lo hubiera consentido y creo que ahí radica su mérito, como desde su situación de ilegitimidad hizo posible que su relación con Alfonso fuese respetada y reconocida, por todos ya que el rey era el primero que daba a esa relación una situación de normalidad. Fue realmente la mujer amada y considerada por el rey y  naturalmente esto significa que cuanto más amor demostrara a Leonor más iba creciendo el desamor por su legítima esposa 
 Leonor no sólo se presentaba como una mujer en la que el rey se apoyaba sino que  desde el punto de vista de la maternidad,  contrastaba con María que todavía no había dado hijos al rey, Leonor, para dolor de la mujer legítima, era muy fecunda y enseguida tuvo un hijo, esto debió suceder hacia 1330 y no pensemos que el hijo fue ocultado, no, el rey celebró su nacimiento con una gran alegría y se le concedieron muchos bienes. Este primer hijo fue Pedro, que moriría muy rápido. La crueldad de la situación es que Alfonso debía tener un hijo legítimo de la mujer que no amaba y  María debería cumplir esa función de estado.  Leonor seguía junto al rey y un año más tarde nacía Sancho, otro infante que no duraría mucho y cuyo terrible aspecto pudo hacer vacilar a la pareja si aquel hijo extraño podía ser un castigo por las relaciones que ellos mantenían.  Leonor tuvo diez hijos en los veinte años de convivencia con el rey y estos embarazos tenían una parte importante a destacar que sería la pasión de ambos, pero a la pasión hay que añadir los grandes regalos que Alfonso XI le hacía.
 

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