domingo, 15 de diciembre de 2013

El miedo a lo desconocido

Fenómenos que se escapan a las mentes como los eclipses de luna. Esa luna que se oscurecía con una mancha negra que evidenciaba para todos el disgusto de la luna por el acoso que sufría de los monstruos. Como consecuencia los campos se oscurecían, todo estaba pálido, todo cadavérico. Al parecer las gentes trataban  que la luna se librara de tal acoso haciendo el mayor ruido que pusiera en fuga a los monstruos. [1] No valía de nada que la Iglesia se enfrentara con estas creencias, en definitiva, porque el hombre adoraba la naturaleza y porque quería tenerla contenta, creyendo más en lo que cotidianamente percibían que en lo que la Iglesia oficial predicaba. Esto era lo propio ante fenómenos que sobrepasaban a los hombres.    



[1] O. Giordano, La religiosidad..., ob.cit. pág.65, pone de manifiesto cómo se daban toda clase de actuaciones contra los monstruos supuestos que acosaban a la luna, entre los que no faltaban los más exagerados como era romper la vajilla . No importaba que los eclesiásticos ridiculizaran estas actuaciones. Parece que es difícil desterrar tales creencias por cuanto todos sin excepción, creían que la luna ejercía sus influencias. Así, por ejemplo, se pensaba que la locura se podía deber al influjo de la luna, y lo mismo que podía causar la ruina de las tierras, el influjo podía ser beneficioso para que crecieran bien los forrajes. En definitiva, los fenómenos que no se podian explicar eran todos superados y comprendidos por el influjo de los fenómenos sobrenaturales cuando no mágicos.

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