Dos
grandes momentos de la jornada y tres grandes ciclos de fiestas. La de
invierno, Cuaresma de Navidad, la de Primavera, Pascua y la de verano,
Pentecostés. En cada cuaresma, que son los 40 días que anteceden a las mismas,
el monje recuerda que tiene que vivir con mayor austeridad la vida que la regla
le prescribe y donde el ayuno en ocasiones puede llegar a ser excesivamente
duro. Toda la jornada de la vida monacal se hace a la luz natural y, por lo
tanto, es una vida muy ceñida al ciclo de la naturaleza. Así el oficio nocturno
estará en función de la época del año en que se viva.
El labora. En el labora
habría que introducir dos aspectos, dos dedicaciones del monje, por un lado el
trabajo espiritual que es el que desarrolla en su intimidad, la Lectio Divina, y otro, trabajo físico que es el que el monje
realiza con sus manos en el campo.
¡qué importante la disciplina, del cuerpo y del alma, para no sucumbir al encierro del monacato!
ResponderEliminarbesos,
La disciplina era fundamental y también en el monasterio se aprendían una serie de aspectos que tenían que ver con la organización.
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