La mayor libertad en las relaciones se dan en el hombre que en la mujer, porque efectivamente para
ella había un límite para el gozo, para el placer: el temor a quedar
embarazada. En este miedo juegan varios factores. Un embarazo ponía al descubierto que las relaciones sexuales, los encuentros se habían producido
fuera de las fechas permitidas por la Iglesia¿Qué hijos nacerían de esas relaciones
pecaminosas? El miedo a morir en el parto.Embarazos que no se deseaban cuando el
hombre y la mujer se unían por el gozo
de sentirse
Por tanto, el placer
físico tenía esta limitación, el miedo. Ellas, puede decirse que
estaban a disposición del hombre desde el punto de vista de la
sexualidad y este estar, a disposición del hombre desde el punto de vista de la
sexualidad generaba una situación: que los abusos fueran frecuentes. La mujer era
el punto donde el hombre se recreaba y gozaba:
¡Levántate, esposa mía, mi dama,
mi amor! Dulce palomita, se oye el canto de la tórtola, ya no es invierno, se
han acabado ya las lluvias. Ven conmigo, ven con tus ojazos de palomita. Tus
pechos son más dulces que el vino. El jardín está completamente rodeado por un
muro.¡ Ven, pues, mi novia blanca como la nieve blanca! No hallo mancha en ti. Ven, pues, y gocemos, pues a ti te elegí por esposa y para
mi solaz.[1]
Nada más significativo y más real. El hombre gozando del
cuerpo de la esposa sin temor al pecado considerando a la mujer como el
instrumento donde él encontraba respuesta a los deseos, casi siempre, al margen
de los deseos de ella porque
[1] G. Chaucer ,Los cuentos...,ob.cit. Pág.305
[2]Ibídem. , pág
261 Me ha parecido interesante hacer
mención de este pensamiento por cuanto me permiten entrar dentro de una
determinada situación. Es cierto que tenemos pocos datos históricos al
respecto, pero no es menos cierto que los pensamientos que se observan en la
literatura no surgen de la nada sino que reflejan unas determinadas formas de
actuar, de pensar en los medios sociales. En este sentido, y aunque estos
pensamientos son propios del siglo XIV, no puedo por menos recordar un caso que
aunque diferente podía reflejar este sometimiento al hombre. Debemos situarnos
en Zamora a mediados del siglo XII. Se había llegado a una separación
matrimonial, a petición del marido por motivos religiosos. Los protagonistas,
Elvira Rodríguez y el caballero Rodrigo Pelees. Ambos se refugian en sendos
monasterios. Cuando él se da cuenta de que esa opción de vida no es la que
desea, sale del monasterio y en función de su matrimonio, en función de sus
derechos, reclama a su mujer para que vuelva con él. No sabemos de los
sinsabores de Elvira, pero sí que tuvo que recurrir a tribunales y a instancias
superiores para demostrar que ella no quebrantaba ninguna regla del matrimonio
y que quería permanecer en el monasterio. Datos fríos pero significativos del
papel de la mujer en el matrimonio. Véase
Dejando hablar..., ob.cit.Pág
170.
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