Bueno, ya va centrando el
proceso, ya va orientando el asunto hacia la gran inmoralidad que se vive en el
monasterio, pero ya se llegará a ello ; hay que ir lentamente porque el
que quiere llegar a un buen fin no debe precipitarse jamás, por eso debe seguir
con estas preguntas ; ahora le tocará el turno a esa mujer que tanto
apoyan la monjas de las Dueñas, doña Gimena. Se ha levantado, altiva, seria,
desafiante mientras las monjas gritan : “ ¡ Ella es nuestra priora, ella
es nuestra priora !”
- Silencio - ha ordenado Don Suero - mientras yo esté
aquí, sólo yo concedo la palabra.
- Doña Gimena, vos que sois
la preferida de la comunidad que se rebela contra “nos”, ¿creéis que se guarda
la vida religiosa en este monasterio que tanto defendéis ?
- No, aquí no se guarda el
silencio, ni la oración , ni el canto ; algunas de nuestras hermanas están
excomulgadas y por este motivo no pueden entrar en la Iglesia, y debéis saber
que la priora les ha cerrado las puertas de acceso a la misma y por eso, cuando se celebran los
actos litúrgicos, el escándalo es terrible, porque allí sólo se oyen los golpes
que se dan contra las puertas por todas las que no podemos entrar en el oficio.
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