Comenzaré por establecer que éstas virtudes o valores que se requerían para que la mujer fuese digna de amor , de honra y de respeto, surgen de los ambientes eruditos eclesiásticos y por tanto, para la moral religiosa es evidente que, toda la valoración que se hace de las personas es atendiendo a un fin muy concreto, el sobrenatural, lograr la salvación. Esto se alcanza siguiendo una sola vía el camino de la perfección. Camino en el que la más mínima libertad, el más mínimo apego a lo material, lo tuerce y hace del ser humano , y especialmente si es mujer ,un candidato a las penas eternas. Sí, es la rigidez que se opone al júbilo. Aun así hay más dureza contra ella que contra él.
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