domingo, 13 de enero de 2013

El cuerpo de Isolda

Tristán está profundamente enamorado de Isolda, está recreándose con la mirada en la contemplación de su figura y se deleita mirándola, allí está erguida, ¡qué bien formada! Y todos estos pensamientos están surgiendo en su mente mientras contempla atentamente  su vestido. En la parte lateral que cubría sus caderas, el vestido estaba entallado y tenía una guarnición de flecos, ciñéndose al cuerpo con un cinturón situado en el lugar exacto que debe ocupar un cinturón. El vestido le encajaba tan bien como si fuera una segunda piel.[1] Es evidente que a  través del ropaje, a  partir de lo que él mira, piensa y siente, se ha producido un contacto casi físico con su cuerpo



[1] Esta cita y comentario está contenido en mi libro Pasiones, Júbilos y Lamentos en la Edad Media, Madrid, 1995. 

5 comentarios:

  1. bonita entrada, me hizo pensar en que medida se ha perdido la sutileza del deseo

    saludos,

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  2. Que acertado comentario y que verdad tan grande

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  3. Que acertado comentario y que verdad tan grande

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  4. Pues si la sutileza es lo que aumenta el deseo... creo.

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  5. Si te das cuenta a medida que va describiendo el traje de Isolda lo que el percibe es el cuerpo que encierra el vestido.

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