El miedo a morir en pecado es algo más a tener presente porque influye mucho en
ese último camino del hombre hacia su morada definitiva. Ese miedo ha dejado abundante literatura que pone en evidencia la
influencia de la Iglesia en lo que respecta a la concreta situación que supone
morir en pecado. ¿Qué mayor pecado que el del monje que abandona el monasterio
para volver al mundo?
“Repitiendo esta
misma acción por segunda vez, fue atacado por una enfermedad llegando al fin de
sus días en su propia casa, en hábito de seglar y sin dar señal alguna de
arrepentimiento. Cuando estaba a punto de morir, sopló de repente un vendaval
tan recio sobre la casa y apareció una cantidad de cuervos tan grande, que
todos, excepto una vieja, huyeron despavoridos de la casa dejando solo al
moribundo”[1]. Se trata
de una señal inequívoca de las condiciones en que hacía frente a la muerte:
moría en pecado. Todos huyen menos una vieja, ¿encarnación de los espíritus
malignos?
En este relato hay mucho del viejo fetichismo que tiene que ver con el Dios vengador en lugar del Dios misericordia. Es cierto, a lo largo de la historia se ha influido indebidamente con el miedo en vez de con la gratuidad generosa de Dios.
ResponderEliminarBesos.