Uno de los más
grandes problemas que se plantean en el ser humano es la enfermedad de la
depresión o de la melancolía, situación
que ya preocupaba en el siglo como lo demuestra Ishaq Ibn Imran, en Bagdad, que en su obra Maqâla fî
âl-Malîhûliyâ [1] Es
sorprendente conocer como él pensaba que esta dura enfermedad tenía unos síntomas como la pérdida de peso y sueño. Además de
todo eso se pregunta por las causas que pueden dar lugar a esta enfermedad el
miedo, el tedio o la ira. Todo el análisis que hace de distinguir entre la tristeza, ansiedad, angustia, son muy
importantes. Situaciones que pueden apreciarse y que se dieron en los
monasterios entre los monjes con
bastante frecuencia[2].
Todos
los hombres que militan en el monasterio no son iguales y algunos de ellos estuvieron dominados por el hastío, el
aburrimiento, el cansancio, para la comunidad era simplemente que el monje
estaba dominado por la acedía, tentación diabólica. En esta situación de los
monjes dominados por la tristeza, la angustia y la falta de interés, pudieron
influir los factores señalados por Ishaq Ibn Imran, Algunos
monjes pudieron estar dominados por el miedo a no estar a la altura de la
espiritualidad exigida, el aburrimiento propiciado por una vida monótona.
La vida
del monje es una continua lucha contra sus vicios y concupiscencias y son
muchas las tentaciones que llegan a los monjes y que proceden del mundo, la
carne, del diablo e incluso de Dios. Con frecuencia un principio de depresión que domina al monje y
que hace que éste se encuentre sin fuerzas, sin motivación ninguna para llevar
a cabo su vida religiosa, de esto procede una desgana que puede provocar
incluso un rechazo a acudir a las horas marcadas en la iglesia, a no prestar
atención en las oraciones, a dormirse en los oficios divinos.[3] Porque en definitiva el
que está bajo este estado de ánimo no puede participar en la vida comunitaria
porque su propio estado se lo impide. Pero eso, que hoy lo veríamos como una
señal inquietante de enfermedad, en la Edad Media se veía dentro de los
monasterios como un pecado de pereza que el monje debe confesar y que se debe
vigilar. Un monje será encargado de vigilar a los demás, de ver si en el
momento de la Lectio Divina el monje
dejado llevar de la acedía no cumple con lo que debe hacer. Donde están pues que aquellos que en el
claustro dejan caer la cabeza sobre sus libros, en la iglesia roncan durante
las lecturas o bien duermen en los capítulos mientras se expone la doctrina.[4]
Esto es lo que se dice en algunos sermones denunciando un problema que se
producía dentro de los monasterios.
No era un problema poco importante, ni mucho menos,
porque los testimonios de la época son contundentes al respecto. Por excesiva
tristeza se cae en la desesperación, y
todos conocen los monasterios, los nombres de las personas que llevadas por una
desesperación y tristeza acabaron
suicidándose arrojándose a los estanques o a los pozos.[5] Nunca sabremos las causas
que llevan a esto pero es posible que para muchos el silencio excesivo fuese un
auténtico martirio, para otros sería difícil hacer total olvido de la vida que
habían dejado,. En ocasiones pudo darse una situación de máxima ansiedad en la
lucha contra sus pensamientos que les situaba con demasiada frecuencia en el
mundo que abandonado, no soportando ni los vestidos monacales ni las largas
vigilias, ni los rigores del invierno y verano. ¿Y los afectos? Es de suponer
que algunos aspectos de las vidas se quedaron ocultos en la propia vida del monje.
Indudablemente hay una preocupación por
esta enfermedad depresiva como lo demuestra una de las figuras más importantes
de la cultura islámica de la Edad Media Ibn Sina, conocido en Occidente como
Avicena (981-1037). [6]
[1] Tratado de la
melancolía, única obra árabe dedicada exclusivamente a este trastorno) que en
estos pacientes hay sentimientos de angustia y soledad debidos a una idea
irreal.
[2] San Isidoro de Sevilla aprecia cuatro defectos derivados de la tristeza: el
rencor, la pusilanimidad, la amargura, la desesperación; y siete de la acedia:
la ociosidad, la somnolencia, la indiscreción de la mente, el desasosiego del
cuerpo, la inestabilidad, la verbosidad y la curiosidad
[3]
Cesáreo de
Hesiterbach, en “Dialogo de Milagros, Zamora 1998 hace mención a la acidia y la define como una
turbación de la mente” y es una aflicción
y un hastío desmedido del alma, que apaga la alegría del. Espíritu y hace que la mente se
encierre en si misma con un
principio de desesperación”. P 296 .
[4]
Cesáreo de
Hesiterbach, en “Dialogo de Milagros, Zamora 1998 hace mención a la acidia y la define como una
turbación de la mente” y es una aflicción
y un hastío desmedido del alma, que apaga la alegría del. Espíritu y hace que la mente se
encierre en si misma con un
principio de desesperación”. P 296 ,.
[5]
Ibídem, pág 311. “Cuando hablo de esta
clase de tragedia tan nefastas me resisto a pronunciar los nombres de los
lugares o personas y el de la Orden para que nadie piense que quiero
desacreditar a aquellos religiosos.”
[6] De Avicena hay que destacar dos obras, El
Libro de la Curación que puede ser
considerado como un tratado filosófico que pudo ser escrito entre 1014 y 1020, posiblemente el autor pretendía hacer un libro que sirviera como
compendio de todos los conocimientos filosóficos de su autor. En efecto, consta
de cuatro partes principales que tratan, en orden y en amplio detalle, de
lógica, física, matemáticas y metafísica. El
otro libro es El Cano de la Medicina enciclopedia médica de 14 volúmenes
escrita hacia el 1020. El libro se
basaba en una combinación de su propia experiencia personal, de medicina
islámica medieval, de los escritos de Galeno, Sushruta y Charaka, así como de
la antigua medicina persa y árabe El Canon se considera uno de
los libros más famosos de la historia de la medicina.
he leído en algún sitio que este tipo de patologías se dan independientemente de las circunstancias objetivas de la vida del enfermo aunque claro, es de suponer que una vida con grandes penurias, o sumergida en el aburrimiento y la insatisfacción, pueda favorecer la aparición de la enfermedad
ResponderEliminarbesos,