La iglesia
consideraba que entre la mujer y el hombre se establecía una relación
sentimental, pero colocando en diferentes situaciones a ambos, puesto que la
mujer tenía en esta relación el papel de sumisión.
Entre el marido y la esposa se establece una
relación sentimental( dilectio) excelente, primordial, salvo que en esta
conjunción la dirección ( proelatio) corresponde al hombre y la sumisión (
subjecto) a la mujer.[1]
Nada nuevo la mujer debe ser dirigida por el hombre y eso se
entiende en este pensamiento, de donde parece derivarse una característica de
la mujer dentro del mismo que sería: la pasividad ¡Acaso no estaba o debía estar dirigida por el hombre?.
¿Se puede afirmar la pasividad de la mujer en la convivencia matrimonial? Por
supuesto, desde ese pensamiento sí y, no sólo eso sino que se intuye a través
de esa reflexión que se negaba el placer a la esposa, porque ella al igual que
el marido, pero especialmente ella,
estaban para la función fundamental: engendrar y fuera de esto, nada, y todo lo que no estaba
determinado a éste fin no se contemplaba.
Es mas aquél contacto que no se
revistiese de esta misión hacía de los esposos fornicadores ¡Qué piadosa
mentira la continencia del cuerpo en el matrimonio! Se lamentaba Eloísa.
[1]
Hicmar. S, X Tratado de Devotione Pl,125-658 .Véase George Duby, La mujer , el caballero, y el cura, Pág
31. Madrid 1982.
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