Lo que yo he visto en este monasterio y siento como el pudor se
resiste a contarlo, pero debo contestar Eminencia, muchas hermanas de este
convento salen después de las completas del monasterio con los predicadores y
algunas hasta han bebido con ellos y se burlan de mí diciendo “ que cante la
priora” ; esto lo hacen cuando
regresan al convento , que es cuando quieren porque no obedecen la regla. Otras
veces, estos han entrando en el monasterio porque las mismas monjas les han abierto
las puertas y entonces entran corriendo por los pasillos y las “frailinas”, mis
monjas jóvenes, tienen miedo y se esconden en los hornos. Algunas veces hemos
oído cómo alguno de los predicadores grita sin rubor ¿“ Donde está mi
monjita” ?
- Seguid, hermana , ¿qué más
habéis soportado en este lugar ?
No solamente he oído esto.
En la enfermería he visto escenas que rechaza todo mi ser. En un solo lecho
estaban Sor Inés y fray Juan, y éste tenía su brazo por encima de la dueña y le
decía “monjita prefiere el amor de un viejo antes que el de un joven”. No
estaba sólo ella porque a veces se juntaban varias parejas y se abrazaban y se
desnudaban el uno al otro y se juntaban fuertemente abrazados y aquí,
eminencia, me alejaba con el miedo de haber incurrido en fuerte pecado por
haberme atrevido a mirar estas escenas ; mientras me alejaba era mucho lo
que se oía aunque nada se podía entender.
Un griterío se ha producido
en la sesión , las monjas implicadas no callan ¡Bellaca ! ¡Falsa !
Todo eso es mentira.
Callad todas, grita don
Suero, no os he dado la palabra a ninguna ni sois dignas de abrir la boca.
Seguid, hermana.
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